Hoy fue Juanita, mañana puede ser cualquiera de nosotras
90% de su cuerpo quemado, días de lucha por su vida. Hoy falleció Juanita Mendoza, cajamarquina atacada cruelmente por su excuñado Esneider Estela Terrones.
Según la Defensoría del Pueblo, en menos de un año 17 mujeres fueron quemadas, atacadas cruelmente, con el único objetivo de matarlas. De ellas, son 12 las que fallecieron, incluyendo a Juanita. Entre enero y mayo del 2018 se registraron 66 casos de feminicidios, en comparación al año 2017, esta cifra incrementó un 41%.
Los 66 casos no son solo una cifra. Cada caso de feminicidio tiene detrás una historia llena de violencia, crueldad, que termina en muerte. Para que una mujer llegue a formar parte de esta cifra, tuvo que vivir insultos, humillaciones, golpes, ataques crueles que sucedieron una y otra vez hasta llegar a su muerte.
El agresor, en la mayoría de los casos, no es un desconocido. Forma parte de la vida de la víctima, es o fue su pareja. En el caso de Juanita Mendoza, fue su excuñado, quien amenazó a su pareja embarazada (Liliana, hermana de Juanita), con “darle en donde más le duele”, la vida de su hermana.
La pregunta que se escucha frecuentemente es ¿qué hizo Liliana o Juanita? ¿Qué hizo Eyvi? ¿Por qué la quemó? ¿Por qué quería el agresor ‘’darle una lección"? Estos cuestionamientos refuerzan la idea de que la mujer es responsable de la violencia ejercida contra ella, de la crueldad que las lleva a la muerte.
Las preguntas que debemos hacernos todas y todos, ante estos casos son: ¿Por qué el Estado no está actuando efectivamente para proteger la vida de las mujeres? ¿Por qué, si la cifra de feminicidios incrementa, el Estado no declara una alerta nacional por violencia de género? ¿Por qué, de los 18 casos de mujeres quemadas, ningún agresor tiene condena? ¿Por qué el 70% de feminicidio o tentativa de feminicidio no logra una sentencia? ¿Por qué la vida de las mujeres no es prioritaria? ¿Qué falta por hacer? Preguntas urgentes, ante una realidad aterradora.
La muerte de Juanita nos recuerda que no basta con que demos nuestra solidaridad, hagamos marchas, salgamos a gritar ante el Poder Judicial que vivimos en un Estado feminicida, pues nuestra voz no está siendo escuchada.
Necesitamos que nuestras acciones se transformen en políticas públicas, que el Estado asuma su responsabilidad, brinde atención oportuna, atienda las denuncias, crea en la palabra de las víctimas, proteja a los hijos que dejan estas mujeres y actúe para frenar la ola de feminicidios, denunciar y sentenciar al agresor y eduque con enfoque de género, para que no repitamos esta historia.
Hoy fue Juanita, mañana puede ser tu hija, tu amiga o tú.